miércoles, 16 de abril de 2025
La mano del penitente
lunes, 14 de abril de 2025
Iluminando la madrugada
viernes, 11 de abril de 2025
Espigada diagonal
miércoles, 9 de abril de 2025
Viaje a la incertidumbre
lunes, 7 de abril de 2025
viernes, 4 de abril de 2025
El nido
miércoles, 2 de abril de 2025
lunes, 31 de marzo de 2025
viernes, 28 de marzo de 2025
Cuando el mensaje es transparente
miércoles, 26 de marzo de 2025
Renacer
lunes, 24 de marzo de 2025
Los lunes, al sol (IX)
viernes, 21 de marzo de 2025
Así no hay quien enfoque (autorretrato ebrio)
miércoles, 19 de marzo de 2025
lunes, 17 de marzo de 2025
El hombre invisible
viernes, 14 de marzo de 2025
miércoles, 12 de marzo de 2025
lunes, 10 de marzo de 2025
Sombras en la pared
viernes, 7 de marzo de 2025
Seres de otro mundo
miércoles, 5 de marzo de 2025
lunes, 3 de marzo de 2025
viernes, 28 de febrero de 2025
miércoles, 26 de febrero de 2025
Con luz propia
lunes, 24 de febrero de 2025
viernes, 21 de febrero de 2025
Tan sólo líneas de luz
miércoles, 19 de febrero de 2025
lunes, 17 de febrero de 2025
Los lunes, al sol (VII)
viernes, 14 de febrero de 2025
Encarando un incierto porvenir
miércoles, 12 de febrero de 2025
Vuelvo al camino
Rebolledo de la Torre. Burgos
Los problemas no suelen venir
solos. Al obligado cambio de ordenador y lo que conlleva (qué ordenador compro,
recuperación de programas, cambio de aquellos que se han quedado obsoletos…) se
le sumaron cosas más preocupantes: me jaquearon la cuenta de Instagram (sigo
sin entender que beneficio obtiene el ladrón) y su recuperación ha sido
imposible; también me jaquearon la de Spotify (en este caso supongo que para
ahorrarse la suscripción. Me di cuenta por los gustos musicales, para mi gusto
horrorosos, del jáquer). Esto sí lo pude arreglar.
Que tenía una brecha de seguridad
quedó confirmado por diversas notificaciones en ese sentido. He tenido pues que
cambiar claves de acceso, direcciones de correo, notificar dichos cambios,
cambiar cuentas de Google (la del blog, que he tenido que trasladar, entre otras)
… Si a todo eso le añadimos cierta dosis de pereza, lo que pensaba iba a ser
una ausencia de un par de semanas se ha convertido en tres meses. Pero aquí estoy
de nuevo.
Vuelvo al camino